La dimensión espiritual del Yoga
En la actualidad, Yoga es reconocida como una actividad que trae bienestar a las personas. No todo el mundo sabe por qué, pero sí se sabe que muchas de las dolencias o conflictos que experimentan los individuos en estos tiempos, pueden ser moderados, paliados o superados con Yoga.
Al mismo tiempo, en la mayoría de los casos se toma como válida sólo la práctica física del Yoga, a la que se le suma, generalmente, la relajación profunda y la respiración que acompaña a la práctica.
Yoga posee diferentes ramas y tipos de prácticas. La parte de la práctica física es una manera de conectarnos con lo más conocido, especialmente por los occidentales, que es el cuerpo físico. Pero el trabajo que se hace sobre la manifestación densa de nuestro ser (el cuerpo físico) es sólo un aspecto del trabajo que podemos realizar en Yoga.
Yoga, el gran Yoga, va mucho más allá de “Hatha Yoga” o el “Yoga del cuerpo”. De hecho, cuando vamos avanzando en la práctica comprendemos la existencia de aquello que no se ve, pero que es tanto o más importante para nuestra existencia y desarrollo como lo es el cuerpo físico.
La dimensión espiritual del Yoga aparece cuando somos capaces de trascender nuestra identificación con el mundo material. Cuando pasamos a través de la respiración hacia la consciencia de la energía, cuando comenzamos a reconocer la vibración como base estructural de todo lo que existe, cuando trascendemos los pensamientos, que también son una forma de vibración densa, y reconocemos a las emociones como parte de los aprendizajes de la existencia.
La concentración, el control de la respiración, luego la meditación y todo el universo que se abre a través de ella, son semillas que están sembradas desde siempre en cada uno de nosotros y que esperan a ser descubiertas y activadas. La vibración de la energía, el discernimiento de que somos parte del universo, aprender a permitirnos soltar nuestras ideas para que la consciencia se manifieste naturalmente en cada uno de nosotros, es el verdadero aprendizaje del Yoga.
El trabajo sobre el cuerpo físico es el primer paso, quizá la puerta de entrada de la mayoría de nosotros para comenzar a decodificar las estructuras heredadas, los condicionantes recibidos de nuestros ancestros, de la sociedad o de las vidas pasadas. Todo ello crea configuraciones muy densas y rígidas que nos determinan y condicionan nuestras vidas sin que sepamos cómo.
Dejar atrás esas estructuras, conectarse con lo sutil, permitirnos liberarnos de la mente, que es donde reside el ego, percibir la energía, confiar en la intuición y dejar que la vibración del amor universal, que es la forma más elevada de la presencia de la consciencia, tenga un espacio en la percepción de nuestro propio ser y del resto de la vida en el planeta y el universo, es algo natural que ocurre con el tiempo, mientras avanzamos en la práctica de Yoga.
Esta dimensión espiritual es algo que viene con nosotros, es un potencial que todos tenemos dentro para ser liberado. Así se encuentra una manifestación completa e integral de nuestro ser con la que es fundamental sincronizarnos para mejorar nuestra calidad de vida, encontrando de manera natural nuestro propósito de vida, pudiendo ver la vida con claridad y transparencia para encontrar así nuestra mejor versión.
Pablo RegoProfesor de Yoga
Terapeuta
Escritor
Diplomado en Ayurveda
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