Los estudios realizados
en torno al nervio vago y su relación imperceptible con muchos procesos que
ocurren en nuestro cuerpo, más allá de nuestra percepción, han ido echando luz
sobre diversos factores que generan malestar en nuestro transcurrir cotidiano.
Las disfunciones de los
órganos abdominales, originados en la mala alimentación o la desarmonía en el
ritmo del peristaltismo intestinal como señal desequilibrio, la respiración
nerviosa, corta y agitada y la necesidad del cuerpo de regularse ante el estrés
o la tensión del pericardio y la alteración del ritmo cardíaco, merced a los
desafíos que debemos enfrentar en el mundo contemporáneo, son sólo algunos
ejemplos de situaciones cotidianas que interesan al nervio vago.
Este
nervio se debilita y pierde “tono” cuando el exceso de impulsos y la sobreexigencia
de sus funciones se descontrolan, ante la falta de actividad metabólica o
cuando nos rendimos ante el estrés excesivo. Antes de aparecer los síntomas de su
disfunción hemos de haber vivido demasiado tiempo de estrés, sedentarismo y
situaciones de enojos o irascibilidad, llegando a estados de irritabilidad
permanente, sensación de peligro de muerte o depresión.
El nervio vago y su influencia en la conducta humana.
Además de los
órganos, hay zonas del cuerpo físico que se ven especialmente afectada en estos
tiempos, lo que provoca la queja permanente en las consultas de terapeutas de
todos los tipos y en los centros de salud o medicina integrativa. La nuca y sus consecuentes migrañas, la
tensión en el rostro, el cuello y la zona alta del tronco en torno a los
hombros.
La presencia del
nervio vago en todas esas áreas, particularmente
la función que relaciona sus inervaciones en la cara y su participación en los
gestos (en su mayor parte inconscientes) y su conexión con el corazón y su
funcionamiento, hacen que las dificultades que se presentan en nuestras
relaciones sociales acaben por desarmonizarlo.
En tiempos de relaciones a distancia, de mascarillas, de
desconfianza del prójimo por el solo hecho de sentir
que estamos expuestos y lejos del confort necesario para mantener los
parámetros de calma en valores controlados, las máscaras habituales de nuestro
rostro, los gestos, se deforman y descontrolan al máximo, la imagen que damos a
los demás se vuelve muy extraña y la
sensación de confort que una mirada amigable o una sonrisa nos dio desde el
comienzo de la historia humana se ha vuelto algo confuso y poco habitual.
Como equilibrar el nervio vago.
En diferentes partes
del mundo se han creado instituciones para tratar el estrés, como por ejemplo www.stress.org . Muchas de ellas cuentan con información científica sobre cómo nos
afectan este tipo de recursos naturales de nuestro cuerpo. La mayoría de estos
grupos de trabajo reconocen en Yoga a uno
de los grandes recursos para equilibrar las funciones del sistema nervioso y,
especialmente, la tonicidad del “vago”.
El Hatha Yoga, en todas sus variantes, es una gran herramienta para hacer que los
órganos, los sistemas internos y la estructura musculoesquelética del cuerpo
humano realicen trabajos de activación y liberación de tensiones que afectan el
funcionamiento de los nervios. En los últimos tiempos se ha desarrollado y
organizado la técnica de “Yoga Facial”
tomando para ello ejercicios y técnicas ancestrales de movilidad, masaje y
relajación de los músculos de la cara que influyen positivamente en la
relajación y en las ramificaciones del nervio en cuestión.
La respiración Yoga completa, con exhalaciones más extensas que la inhalaciones suelen ser técnicas
recomendadas en la mayoría de los casos. Y es que en el recorrido consciente de
su realización, que va desde el abdomen hasta la parte alta del tórax, ida y
vuelta, influiremos en un buen trayecto del “vago”, mientras que el ritmo
cardiaco y la serenidad que podemos lograr en el rostro durante esta práctica nos
posibilitarán liberar otra de sus partes.
Otras técnicas
ampliamente difundidas para la armonización de esta gran red neuronal es la del
Masaje, especialmente
el realizado en hombros, pecho, pero
sobre todo en cabeza, rostro y orejas.
La alimentación equilibrada, rica en alimentos integrales, frescos o no
industrializados, que mantengan sana la microbiota (flora) intestinal,
despejado el hígado y sin tensión en el ciego (unión de los intestinos) es un factor de liberación de una tensión que
puede hacernos sentir un fastidio permanente creando un estado interno de
inquietud del que es importante salir. Se le puede agregar a esto la ingesta de
probióticos
o la técnica del ayuno intermitente.
El
contacto con el agua fría es parte de una técnica ancestral que la vida
en la naturaleza nos ofrece de manera natural, como el bañarse cotidianamente
en un arroyo o en el mar. Podemos imitar estas condiciones mojándonos la cara
con agua helada o darnos una ducha rápida con agua fría tonificando de esta
manera al “vago”.
La
meditación, las afirmaciones positivas, bailar, cantar, movilizar el cuerpo o reír crearán en nosotros un clima de alegría y
optimismo, lo que dará señales de confort y bienestar al cerebro y las diferentes
partes del cuerpo que integran de esta red del bienestar.
Al final siempre se trata de reconocer el ambiente en el que vivimos, de
liberarnos de las actividades, relaciones y situaciones desarmónicas y crear
sensaciones y estados de serenidad y calma. Dice la ciencia que todo ello
influye en el tono de este extenso nervio ramificado por el cuerpo, responsable
de reaccionar ante los estímulos del entorno, pero también de nuestros
pensamientos y emociones.
Conocer este proceso natural de
nuestro organismo y tomar consciencia de la importancia de su fortalecimiento y
equilibrio puede ser un dato fundamental para inspirarnos a realizar Yoga,
Meditación, Respiración consciente o cualesquiera de las técnicas recomendadas,
sin dilaciones y reforzando el conocimiento de que la salud está en nuestras manos y es ahora el momento de ocuparse de
ella.
Fotos: PIXABAY
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