por Pablo Rego | Los practicantes
de Yoga pasamos por diferentes etapas. Una de ellas es la de encontrar en la
actividad sólo bienestar físico o emocional (o ambos). Es posible que nos
quedemos atrapados en el concepto “Yoga me hace bien” y lo utilicemos, como a
tantas otras cosas, para corregir dolencias o estados de ánimo circunstanciales.
Esa es una etapa por la que podemos pasar como aprendices, pero es necesario
comprender cuánto más abarca la práctica de Yoga y cuáles son sus verdaderos
alcances y su real dimensión.
Algunos de los motivos habituales
por los que los occidentales nos acerquemos a la práctica de Yoga tienen que
ver con cuadros de dolor físico, tensión mental y padecimientos emocionales. Encontrar
la posibilidad de liberarnos de los trastornos ocasionados por nuestro estilo
de vida contemporáneo supone un oasis en
medio de rutinas y relaciones que provocan todo tipo de desequilibrios internos.
Es cultural.
En medio de una tormenta de
pensamientos y emociones que nos llevan
a crear gran cantidad de tensiones en nuestro cuerpo físico, hallar ese
profesor o instructor, esa escuela o ese canal de Yoga a través del cual podemos
descansar y liberarnos de tanto tormento nos conduce a una situación similar a
la que estamos acostumbrados cuando, por ejemplo, nos duele la cabeza y nos
tomamos una pastillita adormecedora de todo.
Es cultural.
El sistema de la medicina oficial
de Occidente ha desarrollado ese método como recurso y la sociedad lo ha
convertido en hábito. Un remedio para cada dolor, una solución “mágica” para
cada sensación, pero siempre trabajando sobre el síntoma y no sobre la causa.
De la misma manera muchos
practicantes de Yoga, principiantes y no tanto, reducen la práctica de Yoga a
esos momentos en los que todo parece ponerse cuesta arriba. Ya sea una etapa de
trabajo más intenso (que a lo mejor no abarca tiempos de temporadas bajas
laborales o las vacaciones), un evento importante, un cambio fundamental en las
rutinas de la vida, eventuales situaciones de tensión, etc. son contrarrestadas
con la práctica de Yoga.
De esta manera, cuando pasan las turbulencias de la vida,
nos alejamos de Yoga diciéndonos a nosotros mismos que no lo necesitamos.
Pero, una vez que lo hemos experimentado, tarde o temprano, regresaremos a él
para pedirle el auxilio que sabemos que nos va a dar. Poniendo a Yoga en la
misma bolsa de todo lo demás, lo definimos como una necesidad que, al igual que
los medicamentos u otros paliativos, utilizaremos por períodos, cuando lo
consideremos necesario u oportuno.
Profundizando.
La práctica sostenida de Yoga nos lleva a transformar nuestra visión
del mundo. Especialmente en Occidente, esa transformación equivale muchas
veces a subvertir la manera en la que creemos que funciona el mundo.
Es de la práctica de Yoga y de su
profundización que surge la visión de la consciencia de lo sutil como parte
natural de nuestro propio ser y del entorno. Evolucionar requiere del
sostenimiento de la práctica para alcanzar poco apoco estados cada vez más
sutiles y conscientes de quienes somos, qué somos y hasta donde podemos llegar
a percibir y percibirnos como seres que habitan el Universo más allá de lo que
podemos sentir o ver con nuestros sentidos y nuestras mentes racionales.
En la superficie es muy válido (y
resulta una gran motivación) dejarnos guiar por nuestros estados internos, por
los dolores, las angustias, ansiedades, preocupaciones, etc., para dar el paso
de dejar entrar el Yoga a nuestras vidas. Y siempre es importante recordar que la mente tratará de alejarnos de aquello
que la desactive, como lo hace Yoga. Quedarnos en la práctica y desoír los
consejos desalentadores de la mente es un desafío que muchos deben atravesar
para dejar de ver al Yoga como una necesidad ante las dificultades,
transformándolo conceptualmente en un hábito que influye en muchos aspectos de
nuestro ser que, a veces, ni siquiera somos capaces de considerar.
Hábito.
Pasar de “ahora no estoy haciendo
Yoga porque no lo necesito” a “con Yoga estoy pudiendo conocer partes de mi Ser
que ni siquiera sabía que existían” implica la confianza verdadera en la
disciplina como un vehículo de transformación, pero más aún, la confianza en la
posibilidad y la existencia de la transformación en sí misma.
Nada se consigue de un día para el otro. Cada práctica de Yoga debe
ser un aprendizaje, debe darnos la posibilidad de sentirnos bien, a gusto, nos
ayudará a relajarnos y a serenarnos. Cada vez que hacemos una sesión de Yoga
debemos poder mejorar nuestro cuerpo físico, nuestra respiración y sentir que
las estructuras superficiales se acomodan, se equilibran.
Pero lo que cada sesión de Yoga
nos puede aportar es un paso en un largo camino de aprendizajes y des-aprendizajes,
de una evolución que se construye peldaño a peldaño hasta llegar a vislumbrar
primero y a comprender después para acabar aprehendiendo luego la verdadera y
profunda experiencia de la transformación de nuestra propia percepción y del mundo
que nos rodea.
Ese camino sólo se consigue a través del hábito de la práctica, de
montarnos sobre una corriente que nos llevará hacia donde nuestro destino nos conduzca,
confiando en que todo aquello que se descubrió, desarrolló, experimentó y transmitió
a lo largo de milenios nos llevará a encontrar un punto de vista más
evolucionado de lo que consideramos la vida y nuestro paso por ella.
Abrazar al Yoga como un vehículo
de trasformación que permanecerá incólume al paso del tiempo, más allá de las
circunstancias que nos toquen ir viviendo, permaneciendo en la senda del
aprendizaje y del autoconocimiento para llegar a considerar las dimensiones más
sutiles de nuestro Ser, es un paso que debemos dar si queremos pasar de la
superficialidad de considerar al Yoga una necesidad para sumergirnos en él como
podemos hacerlo en una fuente inagotable de información capaz de darnos tantas respuestas como seamos capaces
de recibir, comprender y asimilar. Y para ello es fundamental estar en
sintonía, presentes, en el aquí y el ahora, siempre.
©Pablo Rego
Profesor de Yoga
Masajista-Terapeuta holístico
Diplomado en Medicina Ayurveda de India
No hay comentarios:
Publicar un comentario