por Pablo Rego | Es habitual que alguno de los presentes en la sesión de
Yoga bostece, esporádicamente, una vez cada tanto o siempre, sobre todo al
llegar, y a veces durante un largo rato de varios minutos. Es una situación que
se repite y da para el comentario ya que, aún sin tener sueño o no sentir que
sea un momento adecuado para el bostezo, éste aparece sin pedir permiso y se
instala como un elemento más de la clase.
Foto © Bruce Gatland - FreeImages |
Hay muchas hipótesis desarrolladas por los científicos en referencia a
este curioso y particular hecho, pero ninguna conclusión contundente que
alcance a explicar el verdadero motivo, causa o razón de la existencia o
presencia del bostezo. Algunas personas se quedan con una de las teorías y se
afirman en ese dato para determinar que el bostezo se debe a determinadas
razones, pero los científicos no son concluyentes al respecto.
¿Y por qué se da en la sesión de Yoga?
Una de las hipótesis
que podría explicar los bostezos en las clases de Yoga es la expuesta en un
estudio publicado en Neuroscience & Biohevavioral Reviews que indica que el bostezo es una forma de comunicación que está relacionada
fuertemente con el nivel de empatía de cada individuo. Según el trabajo, ayuda a acercar a los miembros de un grupo.
Pero la evidencia a este respecto no es concluyente e inconsistente y es
necesaria la obtención de más datos sobre esta relación.
Según otra hipótesis basada en una investigación publicada en American Journal of Primatology,
para la que se estudiaron dos especies de lémures, los bostezos pueden estar relacionados a los niveles de ansiedad:
estos animales bostezan poco después de ser amenazados por un depredador. Se
cree que además eleva los niveles de cortisol, una hormona liberada en
respuesta al estrés para mantenernos alerta.
Hay más hipótesis como estas pero que apuntan especialmente a lo
biológico. Desde la pura intuición y la observación, hay variables muy diversas
que cambian, como por ejemplo el horario de la clase de Yoga, que el
practicante que bosteza venga o no cansado o con sueño, etc. Todas estas
circunstancias pueden cambiar, pero el bostezador continúa realizando su
ritual.
Según las dos hipótesis citadas el
espacio dedicado a la práctica de Yoga genera en las personas una sensación de
seguridad similar a la que podemos percibir como ideal para descansar, como
si fuera el momento de reagruparse, de reunir la manada para reponer fuerzas en
un lugar seguro.
De igual manera, si existe un
lugar en el que es posible liberarse del estrés, ese es la sala de Yoga, por
lo que ante la percepción de esas señales el practicante intuye que es el
momento adecuado para descansar y liberarse de la tensión sin correr
riesgos.
Según la teoría que da al bostezo la función de reunir la manada, se
explicaría así por qué el bostezo es
contagioso. Imaginando la situación de la reunión del fin del día, teniendo
en cuenta los elementos más primitivos de la constitución del ser humano que
aún perduran y se manifiestan, un líder, una guía de todos, el ser responsable
de crear el mensaje de que ha llegado el momento del descanso, a través del
bostezo daba una señal que se iba replicando hasta asumir la situación con
ese sólo gesto.
Cuando nos acostumbramos a dormir, sea la hora que sea, el organismo activa
una alarma que nos indica que es el momento de detenerlo todo y descansar. Por
esta razón, si la sesión de Yoga nos lleva a relajarnos y liberarnos del estrés,
creándonos una sensación similar a la de una buena siesta, el bostezo será
inevitable en más de una ocasión.
Otras hipótesis.
La revista N+1, ciencia que suma cita, además de los dos trabajos antes
mencionados, otros cuatro estudios sobre el tema del bostezo. Según esta revista existen algunos
indicios que relacionan esta acción con la actividad sexual. Un estudio realizado por la Universidad Vrije (Holanda) sugiere que los bostezos tienen un lado erótico, un
aspecto sexual. El estudio compara un bostezo con un miniorgasmo, aunque
termina concluyendo que cada individuo es totalmente diferente.
Por otro lado, tenemos a Mark
Andrews, profesor asociado de fisiología en la Universidad de Lake Erie
(Ohio, EE.UU.), quien cree que a pesar de que el bostezo puede ser señalado
como una reacción de cansancio, también es señal de que algo sucede en nuestro cuerpo. Para el científico,
este es un reflejo que se produce cuando el núcleo paraventricular (PVN) del
hipotálamo detecta insuficientes niveles de oxígeno en la sangre. Este núcleo
contiene varios mensajeros químicos que pueden inducir bostezos, como la
dopamina, la glicina, la oxitocina y la hormona adrenocorticotrópica, según
informa Scientific American.
Según otra hipótesis, que además parece ser la más aceptada y difundida,
el bostezo funciona como un sistema de
ventilación para nuestro cerebro. Se sabe que nuestra cabeza consume hasta
una tercera parte de las calorías que ingerimos y ello se traduce en un incremento
sustancial de la temperatura. Al bostezar, una gran cantidad de aire frio entra
por nuestra cavidad nasal enfriando la sangre de nuestras venas en esa zona.
Casualmente, el aire frio permite mantener nuestro estado de alerta. Dos
estudio de la Universidad de Princeton y
de la Universidad de Albany (EE.UU.)
apoyan esta hipótesis.
Richard Roberts, del Centro de
Diagnóstico Genético y Prenatal en Signal Mountain (EE.UU.) explica
a NewScientist que la razón
es otra. El científico estudió ultrasonidos de una hora de fetos
con posibles problemas médicos. Sus exploraciones mostraron que los
bebés bostezan e hipan desde las 11 semanas. Asegura que estas acciones reducen
la presión en los pulmones y eliminan las redes de tejido que pueden
bloquear las vías respiratorias. Además sostiene que estos movimientos persisten en los adultos como
un comportamiento sobrante que
no sirve para nada.
Más allá de las teorías poco sólidas creadas por los científicos o de las
conclusiones que podamos sacar al respecto por el sólo hecho de contentar a la
mente con explicaciones racionales, bostezar es uno de esos resabios de nuestro primitivismo, un elemento que aparece en
una sesión de Yoga para decirnos que somos también La Naturaleza, que no
podemos controlarlo todo y que es importante abrazar todos nuestros aspectos e
integrarlos para volvernos más auténticos, más verdaderos, más espirituales.
©Pablo Rego
Profesor de Yoga
Masajista-Terapeuta holístico
Diplomado en Medicina Ayurveda
*Nota: La
información científica de esta nota ha sido extraída y reproducida de un
artículo publicado originalmente por la revista N+1, ciencia que suma, la primera revista online de divulgación científica y tecnológica que
permite la reproducción total o parcial de sus contenidos por medios de comunicación,
bloggers e influencers.
1 comentario:
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