Agencia EFE |
El Yoga en Egipto ha pasado de ser una práctica "prohibida" y para
una pequeña minoría a una moda que atrae a cada vez más personas y de
diferentes estilos. Como en otras partes del mundo, también en Egipto se reúnen
para celebrar el Día Internacional del Yoga en la capital y en otros puntos del
país.
En un evento organizado por la
embajada de la India, en medio del calor y del ayuno por ser el mes sagrado de
Ramadán (durante el cual los musulmanes no pueden beber ni comer durante las
horas diurnas) una joven de nombre Saná, que cubre su cabeza con el velo
islámico, explica que empezó a practicar Yoga hace unos seis meses y ha venido
a esta reunión para conocer más sobre la disciplina oriental y entrar en
contacto con otros "yoguis".
Esta principiante ha traído consigo
a una amiga que nunca antes había practicado y ambas han cruzado la ciudad
dispuestas a entregarse al espíritu del Yoga que, como destacó el embajador
indio en El Cairo, se asemeja al del Ramadán.
Sanjay Bhattacharyya aseguró
durante el evento que tanto el Ramadán como el Yoga juegan "un papel
destacado en elevar la dimensión espiritual del ser humano".
Por ello y por la creciente
popularidad que está cobrando el Yoga en el país del Nilo, la legación
diplomática ha realizado en 2017 varios actos por el Día Internacional del Yoga
y una sesión colectiva por primera vez en la ciudad mediterránea de Alejandría
y en la de Ismailiya, junto al canal de Suez (noreste).
Pero el Yoga no siempre ha sido
algo popular ni ha estado bien visto en Egipto, donde las creencias religiosas
y las costumbres conservadoras han limitado en ocasiones la entrada de algunas
disciplinas físicas o artes.
Hala Barakat, instructora de Yoga
desde 2010, relata a EFE en su estudio en el centro de El Cairo que cuando
empezó a practicar en 2001 no había apenas profesores ni estudios y que estos
últimos empezaron a abrir sus puertas en 2007.
También destaca que algunas
personas pensaban que el Yoga era "haram" (prohibido por el islam) o
algo "raro", mientras que ahora se ha convertido en algo común e
incluso "cool".
El cambio en la imagen y en la
práctica del Yoga ocurrió después de la revolución de 2011, cuando se dio una
apertura en muchos otros ámbitos, incluso en el religioso, explica Barakat.
"La gente quería hacer cosas
nuevas o que siempre había querido hacer", pero sobre todo
"necesitaba hacer frente al estrés" que generaron los grandes cambios
sociales y políticos en los años posteriores a la revuelta.
Esa necesidad sigue presente,
asegura la gerente de "Rohana Yoga", y está detrás del auge del yoga,
además de la influencia de la cultura occidental: de los extranjeros que viven
en Egipto -que al principio eran la mayor parte de los alumnos- y de los
egipcios que han viajado a Europa y Estados Unidos, y han traído de vuelta esas
ideas y se han formado como instructores en el exterior.
"Ahora hay un aumento de los
estudios de Yoga, abre uno cada dos meses y están concentrados en algunos
puntos de El Cairo, pero también (están surgiendo) fuera de El Cairo, en los
suburbios, podemos contar unos 50 estudios (en la capital). También hay en
Alejandría y en el sur de (la península del) Sinaí" a orillas del mar Rojo,
detalla.
Los habitantes de El Cairo buscan
formas de combatir el estrés diario que produce esta gran megalópolis y también
se escapan a los "retiros" que buscan los lugares ideales para el Yoga:
el silencioso desierto y el paradisiaco mar Rojo.
A pesar de su éxito, el Yoga es
para los egipcios más adinerados, aunque los precios se están haciendo más
asequibles a medida que se populariza esta disciplina, pero relajarse física y
mentalmente sigue siendo un lujo para la mayor parte de los locales.
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