por Pablo Rego | Los temblores musculares, o fasciculaciones, se dan frecuentemente al realizar posturas para las que es necesario el uso de la fuerza. Es muy común que al realizar asanas que requieren de que algunos músculos se contraigan, la falta de entrenamiento de éstos haga que se manifiesten temblando.
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Cuando los músculos deben
contraerse para realizar fuerza reciben la instrucción de parte de
los nervios que los controlan. Si estos músculos se encuentran poco entrenados
las fibras no funcionan coordinadamente, por lo que mientras que algunas fibras
hacen lo requerido, otras no, produciéndose esos microtemblores que resultan
molestos, como pequeños calambres.
Es frecuente que al comenzar a
practicar percibamos estos temblores en las posturas de fuerza, sobre todo si
hace tiempo que no entrenamos el cuerpo o si nos hemos atrevido a practicar
cuando nunca lo habíamos hecho antes, gracias el estilo y a las propuestas que
ofrece Yoga y que no encontramos en otras disciplinas o entrenamientos del cuerpo
físico.
También ocurre que dados los
desafíos que propone el Hatha Yoga, aunque vengamos con cierto
entrenamiento, se den estas fasciculaciones al realizar posturas que requieren
del esfuerzo de músculos que habitualmente no utilizamos. Con la práctica, la
mayoría de los grupos musculares, hasta los menos utilizados habitualmente,
irán trabajando y estos temblores desaparecerán o disminuirán casi por completo.
¿Posturas de fuerza o fuerza en las posturas?
Algunas propuestas de Yoga requieren
de una actitud completamente comprometida con la fuerza, como la postura del Cocodrilo (Makarasana, en la versión
Purna Yoga Integral, también conocida como la Tabla), el Plano Inclinado (Poorvottanasana) o la postura de la Mesa (Utpithikasana ó Catush Pada
Pitham dependiendo de la tradición), asanas que son intensas y que requieren de un
importante esfuerzo, lo que hace muy evidente que el cuerpo tiemble
completamente al practicarlas si nos falta tonicidad muscular.
Pero hay otras posturas que crean
esa sensación de no poder controlar determinadas partes del cuerpo que entran
en tensión creando esos pequeños temblores que pueden resultarnos incómodos o
molestos. Esto ocurre porque para el correcto armado de ciertas asanas es
necesario tensar sólo algunos grupos musculares mientras otros permanecen en reposo,
un arte que se aprende a controlar con la práctica.
Posturas como Viparita Karani, en su versión de
piernas hacia arriba creando un ángulo de noventa grados con respecto al tronco que permanece apoyado en el suelo, o Alayasana (postura del Perezoso en la tradición Purna Yoga
Integral), incluso Adho Mukha Svanasana
(la Carpa, V invertida, la Montaña o el Perro dependiendo de la tradición) son
posturas que requieren de fuerza para su armado, pero relajación en algunas
partes del cuerpo para poder sostenerlas y liberar tensiones en, por ejemplo, la
espalda, en los hombros o en las piernas.
Las fasciculaciones suelen darse
cuando debemos dejar de lado el uso de músculos que habitualmente usaríamos
para mantener el cuerpo en determinada posición y utilizamos otros, los que
realmente nos pide esa postura, que quizá obviamos por costumbre o por la falta
de tonicidad que sabemos que tienen.
Este tipo de posturas nos llevan
a cambiar unos hábitos de uso del cuerpo para ampliar los recursos físicos y la
consciencia de partes sutiles que también debemos entrenar para liberar
energías y conseguir un mejor estado de salud. Mientras aprendemos a transferir
la tensión de unos músculos a otros y éstos se van tonificando pasaremos por la
situación de los temblores musculares.
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Otras causas de fasciculaciones.
Como muchas veces ocurre en el
caso de los calambres, también en el caso de estos temblores la falta de
hidratación puede aportar su granito de arena. La falta de incorporación de
sales minerales, que ingerimos especialmente a través del agua, producen una
mala disposición en las fibras musculares que al requerírseles esfuerzos pueden
responder a medias.
Si estamos cansados, o venimos de
un estado de tensión nerviosa produciendo el agotamiento involuntario de
algunos músculos, cuando los sometamos a un esfuerzo el agotamiento no les
permitirá responder a pleno.
También puede darse que el cuerpo
no tenga buena disponibilidad de energía. La falta de alimentos que nos aporten
algo de energía a lo largo del día nos puede conducir a este tipo de
situaciones, tanto si comenzamos el día practicando como si realizamos nuestra
sesión de Yoga al final de la jornada, habiendo ingerido alimentos varias veces
durante el día.
Es muy probable que si llegamos a
la práctica luego de unos días de trabajo excesivo o agotador, si nos hidratamos
poco, si traemos el cansancio de toda la semana y, a lo mejor, no hemos dormido
lo suficiente, el cuerpo nos lo haga saber con estos temblores.
La práctica como origen de la solución.
Además del entrenamiento físico,
Yoga ofrece herramientas para poder liberarnos de situaciones de tensión excesiva
a través del manejo de los pensamientos y las emociones. Utilizar estos
recursos nos puede ayudar a disminuir la tensión física que nos puede llevar a
percibir estos pequeños y molestos temblorcitos.
Conforme avanzamos en la práctica
también vamos desarrollando la consciencia de la importancia de una buena
alimentación que incluye el consumo de los oligoelementos necesarios para que nuestro
cuerpo realice las tareas metabólicas correctamente, lo que trae como
consecuencia una buena reserva de sales que reducirá el desgaste excesivo de
las mismas.
La práctica de la meditación, el
trabajo de la relajación profunda y la comprensión de la importancia de soltar
la mente y el cuerpo nos abren las puertas a la consciencia de la necesidad del
descanso.
El cuerpo responde a la energía,
a las emociones. La práctica del Hatha Yoga siempre nos ayudará a tomar
consciencia de las dimensiones más sutiles del ser. Utilizar las herramientas
que la práctica nos va dando día a día para mejorar en todos los aspectos desde
un punto de vista holístico, es un camino que incluye un amplio aprendizaje que
nos hará sentir cada vez mejor en nuestro cuerpo físico.
©Pablo Rego
Profesor de Yoga
Terapeuta holístico.
Diplomado en Medicina Ayurveda de India.
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