por Pablo Rego | Al realizar la “postura del cuerpo muerto” se abre un universo de experiencias que, tanto en el plano consciente como en el inconsciente, benefician la integración del ser que la practica. Savásana realizada como postura durante la sesión de Yoga ó como una relajación profunda es una de las herramientas más poderosas para conseguir relajación, serenidad y armonía energética.
Cómo practicar Savásana.
La práctica de esta postura, (que puede encontrarse escrita y pronunciada
como Shavasana por su traducción desde la pronunciación del sánscrito), tiene
varias dimensiones y es por ello que vale la pena su estudio en profundidad. En todos los casos es importante tener en
cuenta que vamos a darle al cuerpo físico una posición ideal para la
relajación.
Si cuando estamos de pie o sentados tenemos un hábito postural
determinado, cuando armamos Savásana deberemos intentar soltar todos los
esfuerzos, mínimos o grandes, de toda la estructura del cuerpo.
Savásana se practica acostado sobre el suelo, con toda la zona posterior
del cuerpo apoyada. Es importante observar que el mentón apunte hacia la
garganta para que las vértebras cervicales estén lo más alineadas que sea posible.
También es importante intentar alinear y pegar las vértebras lumbares al suelo
antes de soltarse en la postura. Como vamos a soltar y a liberar el cuerpo de
toda tensión separaremos un poco las piernas dejando caer los pies hacia los
lados; además haremos que las palmas de las manos apunten hacia el techo, o el
cielo si estamos al aire libre.
La actitud es muy importante para la práctica de Savásana, ya que no es
algo tan fácil como recostarse sobre el suelo. Savásana es el arte de dejar de
hacer profundamente. Por ello, la traducción literal de Savásana es “Postura
del cadáver” Por lo tanto, la actitud correcta es la de soltar el cuerpo como
si estuviéramos muertos.
El elemento con el que se puede jugar mientras se relaja es el peso del
cuerpo. Quizá la idea de “peso muerto” nos ayude a entender perfectamente lo
que hay que buscar. No es fácil, sobre todo al comienzo, entregar totalmente el cuerpo a la fuerza de
la gravedad, pero es algo que hay que aprender a hacer. Y conseguirlo es uno de
los grandes desafíos de la practica de Yoga, ya que nos indica que podemos
dejar la tensión y confiar en el universo y en sus fuerzas.
Por qué es importante la práctica de Savásana.
Esta postura puede practicarse antes, durante y después de la sesión de Yoga. Dependiendo de la rutina y del estilo de Yoga que estemos realizando, Savásana aparecerá más o menos veces durante la sesión, pero nunca puede estar ausente de ella.
En una sesión de Yoga clásico la practicaremos al comienzo, mientras tomamos consciencia de los estados del ser; en medio de casi todas las posturas durante un par de respiraciones y al final a modo de relajación profunda. En una sesión de Yoga dinámico la haremos luego de una serie de posturas, quizá un par de veces durante la sesión y siempre al final a modo de relajación profunda.
Savásana siempre debe estar presente en la práctica porque es un modo de ir llevando al ser al estado de consciencia que es una de las claves fundamentales de la práctica de Yoga. Abandonar esta gran y fundamental postura para conseguir un mayor dinamismo en una clase ó un entrenamiento más intenso es un grave error y es lo que habitualmente ocurre cuando la práctica de Hatha Yoga se degenera y acaba por ser un entrenamiento físico con posturas, pero sin consciencia ni atención.
Durante la práctica de esta postura se detiene todo impulso de movimiento y se deja aflorar la percepción. El cuerpo físico se autorregula y se libera de tensión. La energía que se va liberando mientras practicamos el resto de las asanas puede fluir libremente y buscar equilibrios naturales e ideales. Es cuando el prana se fija a los canales energéticos y los chakras se equilibran. Y como todo está quieto y estamos allí para percibir lo que ocurre, la práctica sostenida de la postura del cadáver resulta un gran momento de aprendizaje y consciencia para el autoconocimiento.
Savásana al final de la sesión de
Yoga.
Luego de la práctica de las posturas, sea cual sea el estilo o tipo de
yoga que practiquemos o la duración de la sesión, realizaremos un buen rato de
Savásana. Un promedio de quince minutos puede ser lo apropiado, para una sesión
de una hora de duración quizá sea diez minutos.
Es importante darle tiempo al cuerpo físico para que se relaje de
verdad. No alcanza con quedarse un rato en el suelo esperando a que pasen los
minutos. Es importante hacer un trabajo consciente de relajación del cuerpo,
parte por parte y eso lleva su tiempo.
Además del armado de la postura, se practica la relajación minuciosa de
las diferentes partes del cuerpo. Clásicamente (y muy efectivamente) se recorren
las piernas desde los pies tomándose una respiración para soltar la tensión en
cada parte. Habiendo soltado las piernas se recorren los brazos desde las manos
hasta los hombros de igual manera. Luego se recorre palmo a palmo la espalda,
desde la cintura hasta los hombros soltando especialmente la tensión en toda la
columna vertebral. Se relaja el abdomen dejando que la respiración se vuelva
naturalmente involuntaria, se recorre y relaja el pecho, la garganta y se libera
toda la tensión en la boca, especialmente maxilares y labios, el rostro, la
frente, hasta llegar al extremos superior del cuerpo en la zona alta de la
cabeza.
Relajar parte por parte y tomarse una respiración cada vez para hacerlo
no lleva menos de diez minutos. En ese período de tiempo, mientras entretenemos
a la mente con las sensaciones del cuerpo, la actividad total del organismo,
incluida la mente, va descendiendo y es así que nos adentraremos en un mundo en
el que el cuerpo desaparece de nuestra percepción para quedarnos en un estado
de consciencia más pura.
En ese momento, luego de soltar parte por parte el cuerpo, podremos
experimentar una conexión profunda con los aspectos más sutiles de nuestro ser.
Es allí cuando realmente la energía tiene la oportunidad de fluir por los
espacios que el cuerpo físico relajado le va dejando. La energía liberada en
una sesión de Yoga a través de la práctica de las asanas necesita un tiempo
mínimo para poder fluir y encontrar naturalmente los mejores equilibrios y es
en esta práctica larga de Savásana que puede hacerlo en profundidad.
Las consecuencias de realizar bien esta relajación se reflejan en las
sensaciones que se crean en el interior de cada practicante, descendiendo la
actividad de la mente racional y consiguiendo que se vacíe de pensamientos,
disminuyendo todos los índices del metabolismo, lo que genera una profunda
sensación de serenidad muchas veces conmovedora.
Savásana en medio de la sesión.
Tanto si practicamos al comienzo de la sesión, un rato, unos cinco o diez minutos, como si realizamos Savásana durante la práctica, en medio de las posturas, la actitud del cuerpo debe ser la misma que estuvimos describiendo hasta ahora. Por supuesto nos concentraremos en una rápida liberación de la tensión y realizaremos algunas respiraciones completas para ayudar al flujo de la energía y volver, cada vez, a bajar el metabolismo, sobre todo el ritmo cardiaco y las respiraciones por minuto.
Si realizamos posturas de alta exigencia física, con mayor razón detendremos todo al finalizar la asana. Si realizamos series de activación, como el saludo al sol, haremos Savásana durante un período mayor de tiempo hasta recuperar la serenidad y la consciencia sin llegar al punto de dejar enfriar el cuerpo. Si practicamos posturas de baja intensidad, podremos mantener Savásana algo menos de tiempo, como un simple pasaje entre una y otra postura.
Al final de la sesiones se debe crear un clima especial para la relajación.
Cuando se practica en soledad, simplemente iremos dejando ir el cuerpo, la
mente y el ritmo de la actividad hasta armar la postura y entregarnos al
silencio y a la quietud total y profunda.<
En una sesión guiada, una típica clase de Yoga, el instructor o profesor
irá conduciendo de a poco a los practicantes hacia ese estado ideal de
relajación. Es importante el clima, el silencio general, para evitar
sobresaltos y, desde el punto de vista del practicante, es importante la
participación activa y el respeto por todos los presentes.
Por ello, resultaría muy agresivo que en medio de la relajación sonara
un teléfono móvil o que alguien, por no conseguir disminuir su inquietud
interna comience a hacer movimientos o ruidos que seguramente sacarán del
estado de concentración al resto de los presentes.
Por ello es importante colaborar, ser generosos y solidarios con el
resto de los presentes. Si al comienzo de la práctica no conseguimos relajarnos
en profundidad es importante que tengamos en cuenta que muchos de los que lo
están intentando lo pueden estar logrando. Y más importante aún es aprovechar
esa inercia para dejarnos llevar hacia la quietud y la calma que probablemente no
llegaríamos a conseguir de otra manera.
Dormirse practicando Savásana.
Este es un tema que despierta sonrisas y comentarios durante las
sesiones de Yoga. Ocurre que muchas veces llegamos a la práctica en un estado
de cansancio o agotamiento producto del trajín cotidiano que nos invita a
soltarlo todo, al punto de quedarnos dormidos.
Lo ideal es aprovechar la relajación para ser testigos de un estado
diferente de consciencia y para ello es importante estar despiertos. Pero,
sobre todo al comienzo de nuestro camino en Yoga, también eso es algo que
deberemos experimentar para aprender; para ello deberemos buscar el equilibro y
la sensación correcta hasta conseguir entregarnos a una relajación total sin
dormirnos.
Dormirse durante Savásana es algo que puede pasar. Y si ocurre trataremos
de no sobresaltarnos, sino más bien, aprenderemos a tomarlo como algo natural
hasta que consigamos dominarlo.
Savásana como introducción a la
meditación.
El estado que se consigue al practicar
esta postura es de tal profundidad que, luego de ello, es un muy buen momento
para continuar así, dejándonos llevar por la consciencia y permaneciendo en ese
estado, pero más despiertos que nunca.
Si nos cuesta sentarnos a meditar, realizar una buena práctica de
Savásana puede ayudarnos en mucho a serenarnos profundamente y a abrirle la
puerta a la consciencia para luego realizar una meditación profunda.
Las experiencias que suelen aparecer ante nuestra percepción en medio de
la realización de Savásana es un indicador de que estamos entrando en un estado
de consciencia diferente en el que podemos percibir otra realidad. La aparición
de luces de colores, la sensación de no tener un cuerpo, la mezcla de
percepciones e imágenes que emergen del inconsciente creando un estado de
ensoñación, son señales que debemos capitalizar, comprendiendo que en esos
momentos estamos despertando hacia otras realidades en las que podemos
quedarnos para aprender y profundizar en el autoconocimiento.
©Pablo Rego
Profesor de Yoga
Masajista-Terapeuta
holístico
Diplomado en
Medicina Ayurveda de India
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